En la lección de hoy profundizaremos en los tres pilares que sustentan el primer plano del desarrollo: AMBIENTE PREPARADO, MENTE ABSORBENTE Y ADULTO CONECTADO. Y reflexionaremos sobre cuál es el papel más destacado de los tres a la hora de aplicarlo en el hogar.

Durante el primer plano de desarrollo, de los 0 a los 6 años, etapa que nos ocupa en este curso, hay tres pilares fundamentales para el correcto desarrollo de un niño: mente absorbente, adulto conectado y ambiente preparado.

triada-arty Mente absorbente

Para explicaros el concepto de la mente absorbente tenemos que hablar primero de antropología y evolución. Los primeros homínidos tenían más que ver con un mono, un chimpancé o un orangután que con el hombre actual. Sin embargo, millones de años de evolución nos han permitido desarrollar una serie de ventajas competitivas que no tienen los simios y son, por citar las más importantes, las siguientes:

  • La bipedestación, que nos permite andar erguidos, pero también provoca que nuestras crías nazcan inmaduras, antes de tiempo, debido a la disminución del tamaño de la pelvis.
  • El pulgar oponible, que nos permite usar las manos como herramientas potentes.
  • El lenguaje, que nos permite comunicarnos de una forma muy compleja e incluso trasformar nuestro pensamiento en palabras, orales y escritas.

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Tradicionalmente, estas han sido las características que nos definen y separan de los simios, pero hay otra habilidad más que es la que nos ha permitido «sobresalir» (no me gusta el término «dominar») ante el resto de las especies: el ser humano puede modificar el ambiente, lo que le permite adaptarse a casi cualquier hábitat de la tierra.

Un pingüino forzado a dejar su hábitat en el Polo Sur, difícilmente podría sobrevivir en la sabana africana, pero un bebé humano se adaptaría perfectamente siempre y cuando tuviera un grupo o tribu que lo sostuviera.

Es más, si tuviéramos una máquina del tiempo, un recién nacido del siglo XXI podría sobrevivir y adaptarse perfectamente si, de repente, cayera en una familia en la Edad de Piedra y aprendería a fabricar bifaces, y un bebé de la Edad Media podría venir a nuestra era y aprender a manejar perfectamente ordenadores y pantallas.

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Teorías aparte, lo cierto es que lo que permite esta capacidad de adaptación es lo que, a priori, parece una desventaja en la supervivencia humana: el niño humano nace totalmente desvalido, dependiente de su madre o la sociedad para su supervivencia. Un cabritillo camina horas después de nacer, el ser humano solo puede aspirar a que lo traslade su madre (u otros familiares), de forma similar a los marsupiales. Algunos investigadores han llegado a la conclusión de que las crías humanas necesitan 9 meses de gestación en el vientre de su madre y otros 9 meses de gestación fuera de este: la exterogestación.

Durante esos primeros meses y los siguientes seis años, la mente del niño es lo que Maria Montessori concluyó en denominar absorbente.

¿Y cómo ocurre esto? Se dice: «Recuerda las cosas»; pero, para recordar, hay que tener memoria, y el niño no tiene memoria, también está por construir. Debería tener la capacidad de razonar para darse cuenta de que la construcción de una frase es condición necesaria para su comprensión. Pero el niño no tiene la facultad de razonar, debe creársela.
María Montessori

La mente absorbente

Los adultos y los niños mayores tienen una mente racional, que les permite adquirir los conocimientos con más o menos esfuerzo. Nunca seremos capaces de aprender un idioma con la misma facilidad que nuestro idioma materno, de forma tan fácil y natural, sin darnos cuenta. En el caso de los niños, hasta los seis años la información no se procesa de igual forma, el niño la absorbe, como si de una esponja se tratara y, al mismo tiempo, la asimila y la interioriza, de acuerdo a unos periodos sensibles o sensitividades comunes a toda la humanidad (hablaremos de ellos más adelante).

Esta mente que lo recibe todo, que no juzga, no retrocede, no reacciona. Absorbe todo y todo lo encama en el hombre. El niño realiza la encarnación para ser igual a los demás hombres, para adaptarse a la vida con ellos. El niño lo soporta todo: entra en el mundo, en cualquier ambiente que nazca, se forma y se adapta a vivir, y el adulto que será un día, será feliz en aquel ambiente. Si se adapta al mundo en una región tórrida, se formará de modo tal que no podrá vivir y ser feliz en otro clima. Si lo recibe el desierto o las llanuras que se extienden junto al mar, o las laderas de las altas montañas, o los terrenos glaciales de las regiones árticas, gozará de todo ello, y sólo allí donde ha nacido y crecido conseguirá el máximo bienestar. La Mente Absorbente lo recibe todo, espera en todo; acepta tanto la pobreza como la riqueza, acepta cualquier creencia religiosa, y los prejuicios y costumbres de su ambiente, todo lo encarna en sí mismo.
María Montessori

La mente absorbente es un concepto esencial de la pedagogía Montessori, pues sabiendo cómo funciona la mente del niño, podemos ofrecerle un ambiente acorde y, sobre todo, un ejemplo de virtud, porque ellos absorben toda la esencia de nuestros actos.

Si os acordáis de la lección anterior, hablábamos de que el primer plano de desarrollo se subdividía en dos subplanos. Pues bien, éstos corresponden a la Mente Absorbente Inconsciente y la Mente Absorbente Consciente, que se corresponden a la vez con el Embrión Espiritual y el Embrión Social.

El embrión espiritual.

Los seres humanos nacemos especialmente desprotegidos y necesitamos el periodo de exterogestación para poder desarrollarnos tras nuestros partos prematuros, causa de la bipedestación y del aumento del tamaño de la corteza cerebral. Esto nos hace especialmente vulnerables a nuestro medio ambiente, aunque quizás, el hecho de ser especialmente sensibles al medio es lo que pudo condicionarnos para nacer prematuros y que pudiéramos caminar erguidos. De esta forma, los recién nacidos, al contrario que otros mamíferos, no pueden ser autónomos y moverse de forma eficiente cuando nacen, pero a cambio nacen con la capacidad de convertirse en el ser humano que anhelan ser.

La Dra. Montessori expone que existe un segundo periodo embrionario, además del prenatal del resto de los mamíferos, en el que el niño puede desarrollar su mente absorbente inconsciente. No recordará experiencias pasadas, pero estas formarán parte de su personalidad, a la vez que el «horme», una fuerza vital incontrolable, guíe sus acciones y empuje al niño hacía su evolución natural. Todos estos conocimientos y experiencias serán inconscientemente asimilados por el niño y quedarán almacenados – e interiorizados- en su memoria inconsciente (lo que la Dra. Montessori llamo «mneme»), permaneciendo más o menos constantes e influenciando toda la vida del niño.

Del mismo modo, todas las características son absorbidas por el niño, el cual LAS fija para siempre, incluso si la razón se opone a ello, pues en este caso persisten en el subconsciente del hombre, que todo lo que se ha formado en el niño nunca más podrá ser destruido totalmente. Esta Mneme, que puede ser considerada como una memoria natural superior, no sólo crea las características, sino que las mantiene vivas en el individuo: lo que el niño ha formado permanece para siempre en la personalidad, igual como ocurre con los miembros y los órganos, de modo que cada hombre tiene su propio carácter individual.
María Montessori

La mente absorbente del niño

El embrión social.

Durante este segundo periodo embrionario el niño logrará una cierta independencia, aprenderá a hablar, a caminar, a controlar sus movimientos, etc. Y, una vez estas habilidades básicas sean logradas, pasará al siguiente subplano del desarrrollo: el embrión social. En esta etapa desarrollará la voluntad (lo veremos más adelante) y empezará a relacionarse con los demás de una forma más intensa, absorbiendo también las normas sociales, culturales y familiares. Aprenderá a través del esfuerzo concreto, que realizará de forma consciente y con un fin, y no tanto a través del hombre del primer subplano.

En relación a la primera etapa, no me gustaría terminar sin apuntar una última cosa. En el libro “Un ser humano”,  Silvana Quatrocci expone que existen una serie de crisis del desarrollo que pueden relacionarse en gran medida con el concepto de los periodos sensibles. Son las siguientes:

  • Crisis del nacimiento: Separación vital de su madre, respiración pulmonar.
  • La crisis de la alimentación complementaria: Separación alimentaria de su madre. Masticación (aprox. 6 meses)
  • La crisis del movimiento: Separación física de su madre, movimiento: gateo y bipedestación (aprox. 12  meses)
  • La crisis de la oposición o  “crisis del reconocimiento del ego”  (aprox. 30-36  meses), las famosas rabietas o como prefiero llamarlo en casa “aDOSlescencia”.

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«Dos son, pues,  las cosas que deben modificarse en torno al pequeño: la solicitud del adulto y el ambiente»

María Montessori

Manual práctico: Ideas generales sobre el Método

Adulto conectado

Como adultos, tenemos que hacer un esfuerzo importante por asimilar que tenemos poco o nada que ver con el aprendizaje de los niños estos primeros años. El niño toma del ambiente lo que necesita, lo absorbe y lo interioriza, e igual que no podemos enseñar a un niño a gatear (no podemos colocarle las piernitas ni decirle cómo tiene que moverlas), no podremos enseñarle a oler, a sentir o a distinguir los colores. Porque en todo esto se centra el trabajo de la infancia: crecer, y nadie puede crecer por nosotros.

¿En qué papel sitúa pues la filosofía Montessori a los adultos?

Nuestro papel pasa por no entorpecer su desarrollo. Es decir, pasa por entender cómo funciona la mente de un niño pequeño, conocer los periodos sensibles de desarrollo por el que pasan los niños de forma universal, saber identificarlos correctamente mediante la observación y adaptar el ambiente en consecuencia. En definitiva, nuestro rol como adultos, como padres (aunque también es el de los educadores) es el de cooperación en dos vertientes: el ajuste del ambiente preparado y el respeto al embrión espiritual que es el niño hasta los tres años.

Como hemos visto, el embrión espiritual es otro concepto que desarrolló María Montessori al considerar que el niño vivía un doble periodo embrionario: el que sucede en el cuerpo de la madre, formándose como ser humano y común a todos los animales, y un nuevo periodo que tiene una vez que nace, mientras se construye como el hombre que será, gracias a su mente absorbente.

María Montessori afirmaba que el cuidado de este embrión espiritual no debía ser solo físico (cuidarlo, alimentarlo, etc.), debía ser muy cuidado desde el punto de vista emocional. Los cuidados debían dirigirse así sobre la vida psíquica y no solo la física.

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Por último, os quería recomendar la lectura de  “El niño y la familia” donde María Montessori nos daba tres consejos a los padres:

1/ El más importante es: respetar todas las formas de actividad razonables del niño y tratar de entenderlas.

¿Qué es realmente lo que sentimos que necesitamos cuando interrumpimos a los peques en sus actividades (ya vimos la importancia de no interrumpir en Montessori en el “rol del adulto”)? ¿Por qué lo hacemos? ¿Realmente lo que está haciendo el niño no es razonable y acorde con el periodo sensible en el que se encuentra? Ejemplo: Jugar con agua. ¿O quizás sea algo socialmente reprobable? Ejemplo: Quitarse el abrigo en un día de invierno.

2/ El segundo principio es este: es necesario satisfacer lo más pronto posible el deseo de actividad del niño, no servirlo, sino educarlo para que logre su independencia.

Este principio tiene mucho que ver con su cita “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo” y debemos preguntarnos por qué insistimos en hacer algo por ellos cuando nos dicen “Yo solito”. Ej. Servirse un vaso de agua.

3/ El tercer principio es: ya que el niño es tan sensible, más sensible de lo que creemos a las influencias exteriores, debemos ser muy prudentes en nuestra relación con él.

Sobre este principio he hablado largo y tendido, estamos sembrando en ellos y debemos predicar con el ejemplo, aunque estén en plena crisis de oposición, como os contaba antes, seguimos siendo la estrella más brillante de Su Universo, por eso debemos tener mucho cuidado con lo que esperamos de ellos.

Los tres consejos están encaminados a una reflexión personal sobre cómo educar a nuestros hijos desde el amor, la confianza, el respeto y la independencia, ¿trabajo interior o no?

Es la mente absorbente del niño la que absorbe las características de la raza. Las características que presenta el niño cuando vive como “embrión espiritual”, no son descubiertas por el intelecto, ni por el trabajo humano, sino que son aquellos caracteres que se encuentran en la parte cohesiva de la sociedad. El niño los recoge y los encarna, y por medio de ellos construye su propia personalidad; de ese modo se convierte en un hombre con un lenguaje particular, con una religión particular y un tipo de costumbres particular.

María Montessori

Nuestro reto como padres es intentar que ese embrión, que ese ser humano, se desarrolle lo más plenamente posible, adaptándose a la sociedad y la familia en la que va a vivir, pero no poniendo más peso extra sobre sus hombros. Dejándole ser, respetando su personalidad floreciente.

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En definitiva, los adultos acompañantes podemos:

  • Enseñarles a conocer y respetar su cuerpo: Pidiendo permiso (o avisando), por ejemplo, antes de vestirlo o cogerlo, decirle las partes de su cuerpo, jugar a juegos tradicionales de manos. Nunca obligar, ni presionar a que den besos, abrazos, ni, por supuesto, castigar físicamente, que es total y absolutamente contrario al punto de vista Montessori.
  • Mostrarles cómo pueden hacer los gestos cotidianos por ellos mismos, siempre con palabras dulces, un ritmo tranquilo y gestos pausados.
  • Incluirlos en todas las actividades de nuestro día a día, explicándoles los pasos de forma resumida y los utensilios que usamos.
  • Ayudarles a situarse en el tiempo y en el espacio y creando hábitos para darles seguridad, sin olvidar que están relacionados con el periodo sensible del orden y que, al igual que las rutinas, hay que seguir mucho la máxima «sigue al niño», pues no todos muestran la misma sensibilidad a la necesidad de rutinas fijas e inamovibles, especialmente si estas contribuyen a provocar estrés en los padres.
  • Ofrecer al niño libertad controlada, es decir, elecciones previamente evaluadas por nosotros, hasta que interiorice los límites de la libertad plena.
  • Y, fundamentalmente, cambiar nuestra forma de ver la infancia (que trataremos en profundidad en un par de días).

En definitiva, para aplicar Montessori (y para vivir una paternidad más plena en general), debemos hacer un trabajo personal muy importante, y muy complicado en algunas ocasiones, pero no cabe duda de que el resultado merece, y mucho, la pena. Sobre cómo observar y no intervenir hablaremos más adelante.

 

Ambiente preparado

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El ambiente preparado es el lugar donde el niño y su mente absorbente y el adulto conectado se reúnen para que el segundo ayude al primero a desarrollar todo su potencial. Debe responder a los periodos sensibles por los que esté pasando el niño en cada momento.

Era el ambiente preparado y la libertad que se les concedía, lo que permitía las manifestaciones de cualidades que en general no se encontraban en niños de tres a seis años.
María Montessori

La mente absorbente

El ambiente preparado debe:

  • Estar adaptado al niño o niños que van a usarlo.
  • Ser flexible para que pueda seguir adaptándose con el tiempo.
  • Ser espacioso, bonito y ordenado.
  • Fomentar la autonomía al tiempo que permite la seguridad de los más pequeños.
  • Tener materiales ordenados y que permitan el desarrollo de los niños y fomenten su autonomía y experimentación.

Más que hablar de las ventajas de tener un ambiente preparado adecuado, debemos hablar de lo perjudicial que puede ser para un niño no tener un ambiente adecuado donde poder desarrollarse. De hecho, fue durante la experiencia de Maria Montessori en su primer empleo junto a niños con necesidades especiales cuando se dio cuenta de que sus problemas de aprendizaje tenían más que ver con la pedagogía que con la medicina: la ausencia de estímulos adecuados era lo que les condenaba a una vida terrible.

Un hogar puede tener un ambiente preparado en miniatura, pero nunca será como un ambiente preparado en una escuela Montessori (con todos los materiales, varios niños con los que interactuar y la calma y sosiego que proporciona un guía Montessori bien entrenado). Es por ello que los padres tenemos que distinguir cuál es la esencia de esta filosofía y aplicarla en nuestro hogar, pero no como un método de organización escolar (con todo lo que representa), sino tomando lo que beneficia a nuestra familia y actuando en consecuencia. En el próximo tema continuaremos hablando al respecto, de hecho uno de los objetivos principales del curso es crear un ambiente preparado 🙂

Cuando os pedí que reflexionarais sobre la infancia de nuestro primer antepasado Homo Sapiens quería llegar a este punto. La mente absorbente del pequeño homo sapiens es la misma, los padres -o más bien la tribu- ofrecía un modelo a seguir de la misma forma que se ofrece en la actualidad (con diferencias de todo tipo, por supuesto, pero en esencia, les ofrecemos ejemplo) Lo que ha variado profundamente es el ambiente preparado y es algo normal y deseable. Los retos del pequeño Homo Sapiens no son los retos a los que van a enfrentarse nuestros hijos (ellos no necesitaban leer y nosotros sí, por poner un solo ejemplo), pero biológicamente somos muy parecidos: los niños necesitaban mucho contacto con la naturaleza, mucha exploración y mucha libertad para desarrollar sus habilidades. Y lo siguen necesitando. Ofrezcámosles estas oportunidades en la medida de nuestras posibilidades, ¿No os parece?

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TAREAS

1/ ¿Cuál os parece de estos tres conceptos -Mente absorbente, adulto conectado y ambiente preparado- que deberíamos cuidar más a la hora de implantar Montessori en casa?

2/ Si os apetece podéis rememorar el primer recuerdo que tengáis de vuestra infancia y, sobre todo, a qué edad, para que comprobemos (en petit comité, jiji) a partir de qué edad comenzamos a tener memoria como tal.

3/ Si tenéis posibilidades, aprovechad el fin de semana para visitar un Museo Arqueológico, en concreto el MAN de Madrid es una pasada y bastante kidfriendly para ir con los peques.

Resumen de la lección:

  • Los tres pilares en Montessori en el primer plano de Desarrollo son la mente absorbente, el ambiente preparado y el adulto conectado.
  • La mente absorbente lleva al niño a aprender sin darse cuenta, desde la vivencia, al principio de forma inconsciente y después de forma consciente.
  • El ambiente preparado es clave a la hora de implantar Montessori en nuestra casa porque es lo que permite al niño desarrollar sus habilidades.
  • El adulto conectado, es decir, nosotros, es otro elemento de gran importancia y solo podemos acompañar a los niños si hemos hecho un trabajo interior importante.