Te doy la bienvenida al sexto día del reto.

RECUERDOS EN CONEXIÓN, PARA SIEMPRE

 

Y llegamos al SEXTO día del reto.

Espero que hayas disfrutado esta semana y sea el punto de partida para repensar cómo quieres que sea realmente tu navidad.

Ayer hablábamos de tradiciones, y me gustaría compartirte las nuestras.

Antes no quiero engañarte, no es todo idílico, hay lloros, gritos, peleas, dramas, desorden, caos, suelos llenos de papelitos de manualidades y de todo lo que te puedas imaginar, pocas horas de sueño, muchas horas de peticiones.

 

No, no es idílico, la crianza es siempre un reto y en Navidades aumenta el reto para muchas familias.

 

¿Qué recordarán mis chicas de la Navidad?

Pues no tengo ni idea, pero supongo que serán cosas como estas:

 

El árbol con horror vacui de adornos.

Las peleas por adornarlo.

Las risas por el después.

Las luces enrolladas que sacan de quicio a mamá.

La paciencia de papá desenrollando una a una.

Las infusiones calentitas.

Las historias de otros tiempos

Preparar la sesión de fotos de Navidad.

Que todo sea un caos y mamá empiece a poner caras.

Que papá empiece a poner caras para disimular que se ríe de las caras de mamá.

Cómo las hermanas se zampaban el calendario de adviento que nos compraba la yaya y cómo al final acabábamos compartiendo.

Los cuentos de Navidad.

Las historias de otros lugares.

El chocolate en todas sus formas, sobre todo el calentito mientras contábamos.

La ilusión del calendario de adviento de planes, aunque viéramos que a veces mamá ponía lo que hacíamos cada miércoles, solo escribirlo hacía sentir magia.

Las velas.

Las luces.

Los villancicos.

Los bailes, fliparnos del todo o bailar con la cabeza.

Las películas de Navidad.

Las tardes en casita jugando juntas.

Los juegos de mesa.

Las peleas por los juegos de mesa.

Ir a la playa porque a mamá le gusta ver el mar en Navidad.

Quedarnos en casa porque a papá le encanta quedarse en casa en Navidad.

Poner los calcetines y que mamá cuente la historia de San Nicolás.

Las historias de papá sobre el abuelo, las de mamá sobre sus abuelos.

Las lágrimas de mamá por no tener historias de Ariel.

Ir a comprar regalos y ajustar el presupuesto a los diez euros por persona que nos hemos propuesto. Y lograrlo. Y que nos haga más ilusión regalar que nos regalen.

Que mamá y papá nos acaben dando más dinero cuando pasa de diez euros porque les encanta más a ellos que a nosotras regalar.

La “envoltura” con mamá.

La “envoltura de lo de mamá” con papá.

La gimkana de regalos del día de Navidad.

Que vengan los abuelos.

Las caras de mamá con los regalos de los abuelos

El “ya sé que esto no es muy Montessori” (pero me da igual y las risas que traerá días después).

La comida de tíos y primos.

El panetone.

La mesa perfectamente decorada porque a mamá le gusta así.

La familia cocinando junta sin más como tanto le gusta a papá.

La casa de jengibre que todavía no hemos conseguido dejar decente pero nos hemos partido de risa.

Ir a ver a los Reyes y que nos den un regalo o nos tiren caramelos desde la carroza.

El frío en las orejas, la punta de la nariz rojita y helada.

Cantar Rudolph the Rednosed Reindeer y que mamá sea la que más se flipe.

Los pintacaritas, los disfraces, las diademas.

Acostarnos tarde.

Acostarnos demasiado pronto del cansacio.

Que mamá diga que cuando trabaja en el Corte Inglés acaba harta de los villancicos y nosotras digamos que no debe haber un trabajo mejor aunque ya no lo pensamos.

Que mamá enumere todos los sitios a los que nos quiere llevar en Navidad.

Que papá gruña cuando escucha hablar de Perlim.

Ir a ver las luces navideñas en bus.

Ir a ver el Belén viviente del Escorial y tomar chocolate.

Hacer la espiral de adviento con ramas del jardín.

Quejarnos de frío y hacerla en la cocina por no salir.

Que papá se ponga de los nervios.

Que mamá se ponga de los nervios porque papá se pone de los nervios.

Que nosotras nos pongamos de los nervios y sugiramos comprar muérdago para que se den un beso de navidad.

Asar castañas.

Las uvas.

Que mamá se niegue a comer uvas porque no le ve sentido a la tradición.

Que papá le preparé limpitas 12 uvas y se las acabe comiendo.

Las caras de mamá cuando ve su lista de propósitos que siempre dice que no va hacer más y siempre hace.

Los mil pasos del roscón y como mamá también compra el roscón en “la panadería de toda la vida” porque le recuerda cuando ella era pequeña y el cinco de enero era magia.

Dejar comida a renos y camellos, y a los seres mágicos.

Revisar que las zanahorias comidas no volvieran al cajón de la nevera.

Encontrarlas cada año en un sitio diferente y que sea un juego también.

Que mamá nos contara las historias (inventadas) de las mujeres que también hacían regalos. El 24 y el 5 y todos los días del año.

 

(Hace un par de años, añadimos nevada histórica a los recuerdos de por vida)

Y este año iniciamos tradición Elf in the Shelf, que no podíamos haber elegido otro que no fuera Dobby, el elfo libre 🙂

 

Y por supuesto hay espacio para los que ya no están, para esa silla que se queda vacía y a la vez honras ese hueco desde un lugar de absoluta gratitud.

 

Que podáis crear vuestras propias tradiciones, con todo lo bonito que os dejaron vuestros ancestros, con todo lo ilusionantes que os van a dejar vuestras criaturas.

 

En esta ocasión, os dejo este podcast que hice con mis hijas de, entonces,  7 y 9 años.

EJERCICIO

Ahora es tu turno 🙂

Cierra los ojos, imagina que estás sentado/a en tu casa, es invierno (o quizás no si estás en otro hemisferio), nieva (o no) y estás disfrutando de tu lectura y una bebida calentita.

Llaman a la puerta.

Te acercas y te levantas y abres la puerta.

Son tus hijos o hijas, ya mayores y traen de la mano pequeñas criaturitas, tus nietos o nietas.

Y tiene lugar una conversación como ésta.

Piensa cómo sería, cómo te gustaría que fuera.

Abre los ojos, ¿qué estás haciendo ahora para que todo eso suceda?

Te toca hacer una lista de esas tradiciones que te gustaría recordar, y otra de las que crees que le encantarían a vuestros peques, ¿coinciden? ¿son compatibles?

Y lo más importante, qué ves en tu hijo o hija.

Qué habilidades y características te encantaría que tuviera (siendo como es, auténtico y amado incondicionalmente)

Qué estás haciendo hoy para favorecer que estas habilidades florezcan.

Cómo estás siendo hoy ejemplo de todo lo que te gustaría ver en ellos.