En nuestra casa las pantallas no son uno de los grandes retos o fuentes de conflicto, pero, por supuesto, están ahí. Creo que la razón de esto es que mi hija mayor ha sido muy sensible a todo el tema audiovisual, siendo incapaz de ver muchas cosas porque le generaban mucho desasosiego. Por eso, hemos retrasado bastante su utilización. También vivimos en el campo y pasamos tiempo al aire libre y con amigas.
A pesar de esto, últimamente estamos haciendo una reflexión, mi pareja y yo, de que debemos incluir el uso de pantallas en nuestro día a día, siempre con acuerdos y acompañadas para poder ir charlando y cuestionando lo que va apareciendo en ellas. Vivimos en una era donde van a estar pegadas a una pantalla en unos años y no vamos a poder controlar dónde y cuándo se meten en ellas. Y lo que se van a encontrar. Por eso, ahora que podemos y nos dejan, estamos introduciendo ciertos usos que antes eran el demonio con cuernos.
Buscan vídeos en youtube de canciones que les gustan y hablamos de la publicidad, de lo que se ve en los vídeos, de si algunos son más para adultos y es mejor que no los vean porque les pueden resultar desagradables o no comprenderlos, etc.
También vemos que muchas amigas estaban viendo pelis y, cuando se quedaban a dormir en casa de alguna, surgía el plan. Nos apetecía hacer cierto «callo» en espacio protegido de casa, para que no lo pasaran mal fuera.
Y hasta aquí algunas reflexiones
