marycharo8

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    • #47523
      marycharo8
      Participante

      Cada día nos enfrentamos a innumerables retos. En casa, mi hijo remolonea y prefiere hacer otras cosas, en lugar de hacer «lo que toca» porque es un niño y sobre todo, su padre, pierde los nervios. Yo intento no perderlos, respiro e intento ver de qué manera hacerlo mejor. Cuando volvemos de la calle, le cuesta bajar el ritmo y hacer las «rutinas propias antes de irse a dormir». Imagino que no quiere que termine el día y le cuesta mucho el tránsito que supone pasar de estar activo a estar dormido. Pero alguna vez, se ha ido a la cama llorando y eso me «rompe el corazón».
      En el trabajo, en las aulas, me cuesta mantener la motivación, cuando alguna actividad no funciona, intento cambiarla o negociar con algo que les guste, pero no siempre funciona y mantener el orden es difícil si no te pones seria y, a veces, enfadada. Si les das mucha confianza, a veces se lo toman como poca autoridad. Es difícil mantener ese término medio o equilibrio.

      En mi día a día procuro que prime la amabilidad y comprensión, pero a veces, las prisas hacen que se pierda ese equilibrio.

      Creo que en el equilibrio está la virtud, no puedes ser única y exclusivamente amable, ni única ni exclusivamente firme, ya que debería de haber amabilidad y firmeza en las herramientas que utilizamos.

      Hasta ahora, no suelo gritar, ni en casa, ni en clase, aunque si digo que nunca lo he hecho, mentiría, pero desde que soy madre y desde que recuerdo que de pequeña, no podía soportar los gritos en el colegio, por parte de un maestro que lo hacía continuamente, grito mucho menos, solo en momentos desesperados de caos que no sabes muy bien qué hacer y se pierden los nervios, no sé por dónde.

      Mi estrategia es ante alumnos nerviosos, irritados, que se calmen, invitándolos a respirar, a llorar si lo necesitan, a soltar, y una vez que pasa la tormenta, hablar de lo que ha pasado e intentar buscar soluciones juntos.

      Con los alumnos me suele funcionar, más o menos, pero en casa, con mi niño de 4 años, me resulta más complicado llegar a acuerdos y que fluya todo con armonía.

    • #47522
      marycharo8
      Participante

      Hola, buenas noches, soy María, Madre de un niño de 4 años y maestra de Pedagogía Terapeútica. En este momento, mi alumnado tiene desde 3, 4 años, hasta 11, 12 años de edad.
      Con este curso pretendo aprender una manera de enseñar basada en la comprensión y respeto al alumno de modo que se sienta como alguien muy importante, capaz y que sienta que quiero ayudar de la mejor manera posible. Creo que es el momento en que puedo dedicar tiempo, o eso quiero, y que esto se vea reflejado en nuestro día a día en casa y en nuestro día a día en las aulas. La forma tradicional de aprendizaje necesita un cambio y necesito una ayuda que creo que con este curso me podéis aportar mucho ambos.
      Gracias de antemano por vuestro trabajo y por permitirnos llegar y hacer posible el cambio tan necesario para poder educar a los adultos del futuro de la manera más respetuosa posible para permitirles crecer felices y confiando en ellos y ellas mismas, en los demás y sobre todo, basada en una relación respetuosa bidireccional.

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